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Tiembla la noche cuando se posa sobre ella una espesa niebla de muerte;
los árboles lloran compasivamente con el viento y las aves noctámbulas acompañan
con cantos agudos de tristeza.
El viejo jardín fijo en la oscuridad, resguarda las sombras que asoman apresuradas, y los diminutos seres que en él habitan mantienen
su fino chillido propagándose como un Eco en este espacio sombrío.
En medio del entorno una fina luz silencia cada rincón, y el derredor se torna transparente; mientras los aturdidos espíritus se elevan vertiginosamente de sus tumbas huyendo del destino que amenazante acecha, anhelando descubrir en medio de la dimensión nocturna, la paz que tanto les hace falta.
Se pierde mi alma en un laberinto de extraños deseos, donde el frágil intento por escapar es una frustrada ilusión; un espacio ambiguo, congelado en el tiempo y oculto en la oscuridad, agitado por un aire sollozante que arrastra consigo las penas de aquellos que yacen en el lecho del olvido, abandonados por el recuerdo de sus seres amados; un lugar donde los sueños terminan y las esperanzas se desvanecen, incitando el miedo por un rumbo desconocido; donde la muerte es dueña de los pálidos cuerpos que atrás quedaron, y las temibles sombras se disputan salvajes las almas moribundas del pecado.
En medio de la odisea mi alma se pierde, huyendo de la oscuridad, atrapada en el vacio del mas alla.
